Espacios amplios tanto en Lavilledeu como en la aldea de Hara Kei. Alusión constante a Japón como “el fin del mundo”; aparición de otros espacios, espacios simbólicos, como la gran jaula de pájaros de Hara Kei y la construcción de un bosque en los terrenos de Hervé Joncourt.

Narración en tercera persona: “Hervé Joncour se lanzaba a comprar los huevos de gusano…", “…vio aparecer aquella mancha pálida en los límites de su campo visual…”, “Tardó seis días en descubrir dónde vivía…”.

Ejemplos diversos: “Se descorrió un panel de papel de arroz y Hervé Joncourt entró. Hara Kei estaba sentado con las piernas cruzadas en el suelo, en la esquina más alejada de la habitación. Vestía una túnica oscura, no llevaba joyas. El único signo visible de su poder era una mujer tendida junto a él, inmóvil, con la cabeza apoyado en su regazo, los ojos cerrados, los brazos escondidos bajo el amplio vestido rojo que se escondía a su alrededor, como una llama sobre la estera color ceniza. Él le pasaba una mano lentamente por los cabellos: parecía acariciar el pelaje de un animal precioso y adormecido”).

Lavilledieu, Francia; la aldea de Hara Kei en Japón, cerca de Toyama, Niigata y Fukushima. Algunos países de Europa y lugares de Francia a donde van Hervé y su esposa Hèlene, Japón visto como leyenda. Los países que se mencionan en cuatro ocasiones sobre el  itinerario específico del personaje principal para ir de Francia a Japón.

El viaje es un elemento central de la trama que entreteje el relato. El viaje no sólo será un viaje físico, por distintas geografías, sino también un viaje al interior del personaje central y que definirá en alguna medida el comportamiento y sentido en el mundo de los demás personajes. El viaje, además, se relaciona con el oficio del personaje principal: buscador de gusanos de seda en el mundo para las fábricas de Lavilledieu: “En esto consistía la parte más exquisitamente aventurada de su trabajo…”.

Para dar sentido de verosimilitud a la narración. Se mencionan en algunos de los breves capítulos de la novela ciertos hechos históricos o ciertos personajes que son fácilmente ubicables en el tiempo y en el espacio reales. “Era 1861. Flaubert estaba escribiendo Salammbô, la luz eléctrica era todavía una hipótesis y Abraham Lincoln, al otro lado del océano estaba combatiendo una guerra civil cuyo final no vería”; “A partir de 1869, por lo demás, con la apertura del Canal de Suez…”; “Se llamaba Louis Pasteur; trabajaba con microscopios capaces de ver lo invisible…”; “... había un inglés que decía que había combatido en Waterloo…”.

Uso de figuras literarias como la elipsis y la comparación. Aunque la novela sigue en más de un sentido una trama convencional, el autor construye su relato con una estructura en la que hay una repetición cíclica en distintos capítulos de algunos referentes. A esa estructura, se añade el hecho de que los usos lingüísticos literarios enfatizan en las comparaciones (“invisible, como el fin del mundo”, “Tenía los labios entrecerrados, parecía la prehistoria de una sonrisa”). Otro elemento de uso lingüístico literario, se relaciona con figuras como la sinestesia (“La última cosa que vio, antes de salir, fueron los ojos de ella, fijos en los suyos, completamente mudos”),  o la hipérbole (“En aquella isla se producía la seda más bella del mundo”; “Si se la sostenía entre los dedos, era como coger la nada”).

El autor usa el lacónico título de Seda para determinar el asunto central de la novela, pero la palabra seda adquiere múltiples sentidos además del referido a la tela que se obtiene de los gusanos de seda.