Retroalimentación
Los atentados del 11-S han modificado distintos aspectos de la vida social, política, económica y cultural de las sociedades actuales. Una respuesta posible a la pregunta anterior es que existe una tendencia a anteponer la seguridad nacional a los derechos humanos, las libertades civiles y la seguridad de las personas, entendida ésta última en un sentido amplio (que implicaría atender problemas relacionados con la salud, la educación, la pobreza y marginación de vastos sectores sociales). Podría responderse que, en lugar de buscar soluciones consensuadas a los conflictos entre naciones, se ha impuesto la lógica de la guerra, la xenofobia y la intolerancia. Ni Irak ni Afganistán le declararon la guerra a Estados Unidos de América y, sin embargo, sufrieron la invasión de ese país y de sus aliados bajo el argumento de que albergaban a grupos terroristas. Ello abre la puerta a nuevas intervenciones militares sin que la mediación de los organismos internacionales tenga eficacia. Por otra parte, los ataques del 11-S trajeron consigo nuevas políticas de seguridad que, por una lado, afectan el proceso de globalización al reducir las fronteras, limitar el libre tránsito de personas y de la información que circula en Internet, así como al vigilar la actividad de organizaciones civiles y, por el otro, propician la existencia de nuevos escenarios de confrontación armada. Tomando por caso México, podría señalarse la construcción del muro fronterizo, las medidas destinadas a controlar la entrada de personas a Estados Unidos de América, así como la adopción de ciertas estrategias de combate al crimen organizado.