Personajes
Ejercicio de arrastrar
Lee cuidadosamente el siguiente fragmento de la novela El lector de Bernard Schlink.
El lector (fragmento)
[…] ¿Hanna?¿La mujer del banco era Hanna? Pelo blanco, hondos surcos verticales en la frente, en las mejillas, alrededor de la boca, y un cuerpo pesado. Llevaba un vestido azul celeste que le venía pequeño y le enmarcaba el pecho, el vientre y los muslos. Tenía las manos en el regazo, sosteniendo un libro. No lo leía. Miraba por encima de las monturas de sus gafas de lectura a una mujer que echaba migajas de pan a los gorriones. Luego se dio cuenta de que la miraba y giró la cara hacia mí.
Vi la emoción en su rostro, lo vi resplandecer de alegría al reconocerme, vi sus ojos tantear toda mi cara. Y cuando me acerqué los vi buscar, preguntar, y enseguida volverse inseguros y tristes, hasta que se apagó el resplandor. Cuando llegué junto a ella, me sonrió con amabilidad, pero con gesto, cansado.
-Te has hecho mayor, chiquillo.
Me senté a su lado, ella me cogió la mano.
Antes su olor me encantaba. Siempre olía a limpio: a ducha, a ropa limpia, a sudor fresco o a amor físico. A veces se ponía perfume, no sé cuál, y también el olor del perfume era lo más fresco del mundo. Entre aquellos olores frescos había otro, un olor denso, oscuro, áspero. Cuántas veces la olisqueé como un animal curioso. Empezaba por el cuello y los hombros, que olían a ducha, y aspiraba entre los pechos el olor de un sudor fresco, que en las axilas se mezclaba con el otro olor, el denso y oscuro. En la cintura y el vientre aquel olor parecía puro y sin mezcla, y entre las piernas con un toque afrutado que me excitaba; también olfateaba las piernas y los pies, los tobillos, en los que se perdía el olor denso, las corvas, donde aparecía de nuevo, más ligero, el olor a sudor fresco, los pies, que olían a jabón o a cuero o a cansancio. La espalda y los brazos no tenían ningún olor especial; no olían a ella. Y en las palmas de las manos se concentraba el olor del día y el trabajo: la tinta de los billetes, el metal de la perforadora, cebolla, pescado o grasa de freír, lejía o plancha caliente. Al lavarlas, las manos ocultan todo eso al principio. Pero en realidad lo único que hace el jabón es tapar los olores, que al cabo de un rato vuelven a estar ahí, atenuados y fundidos en un único olor del día y del trabajo, de la tarde, del regreso, de la casa reencontrada.
Ahora, sentado junto a Hanna, olí a una anciana. No sé de dónde sale ese olor que conozco de las abuelas y las tías entradas en años, y que flota como una maldición en las habitaciones y los asilos. Hanna era demasiado joven para aquel olor.
Me acerqué más. Me di cuenta de que acababa de decepcionarla, y quería arreglarlo.
Con base en el texto que acabas de leer, arrastra los párrafos en el espacio que corresponda.
- Pelo blanco, hondos surcos verticales en la frente, en las mejillas, alrededor de la boca, y un cuerpo pesado. Llevaba un vestido azul celeste que le venía pequeño y le enmarcaba el pecho, el vientre y los muslos. Tenía las manos en el regazo, sosteniendo un libro.
- Ahora, sentado junto a Hanna, olí a una anciana. No sé de dónde sale ese olor que conozco de las abuelas y las tías entradas en años, y que flota como una maldición en las habitaciones y los asilos. Hanna era demasiado joven para aquel olor.
- Vi la emoción en su rostro, lo vi resplandecer de alegría al reconocerme, vi sus ojos tantear toda mi cara. Y cuando me acerqué los vi buscar, preguntar, y enseguida volverse inseguros y tristes, hasta que se apagó el resplandor. Cuando llegué junto a ella, me sonrió con amabilidad, pero con gesto, cansado.
- Cuántas veces la olisqueé como un animal curioso. Empezaba por el cuello y los hombros, que olían a ducha, y aspiraba entre los pechos el olor de un sudor fresco, que en las axilas se mezclaba con el otro olor, el denso y oscuro.
Las opciones correctas se han marcado en color verde, las incorrectas en color rojo. Puedes reordenarlas.
Estas son características físicas porque permiten al lector recrear en su imaginación al personaje, darle una cara y un cuerpo: una apariencia. Cabe señalar que las características físicas también pueden darnos indicios sobre las características psicológicas de los personajes, por ejemplo el tipo de ropa que utilizan.
Ambos párrafos corresponden a las características psicológicas porque transmiten las emociones que los personajes están sintiendo, por lo que dan cuentan, también, de su manera de pensar y las reacciones que tienen ante los diferentes sucesos que ocurren a su alrededor.