En la Tierra primitiva la atmósfera tenía carácter reductor, es decir, carecía de oxigeno libre y estaba formada de gases como: metano, amoniaco, vapor de agua e hidrógeno, en condiciones ambientales como erupciones volcánicas, altas temperaturas y elevada radiación solar.
Con el paso del tiempo, en la Tierra primitiva, la energía proveniente de la radiación solar, de la actividad eléctrica de la atmósfera y de las erupciones, favoreció la unión de elementos y la formación de compuestos sencillos.