Causas externas de los movimientos de independencia: expansión capitalista e invasión napoleónica
Para ubicar el proceso de independencia que se dio a lo largo del siglo XIX en América Latina es necesario revisar la dinámica en la que se insertaba el mundo y así entender que la idea de libertad también respondió a condiciones económicas, políticas y culturales internacionales.
En este sentido, los cambios experimentados por el capitalismo colocan a esta zona como prioritaria y estratégica por ser una de las abastecedoras de materias primas, mercados y fuente de mano de obra barata, que junto con África resultaron apetecibles para los países que ya se disputaban la hegemonía mundial capitalista.
Por otro lado, vemos que a nivel interno los grupos nacionales, conformados principalmente por criollos y mestizos, se disputaban la toma del poder y con ello la consolidación de un proyecto de nación. Por esta situación, nos encontramos que algunas de las propuestas de los grupos que iniciaban el proceso de independencia respondían a la necesidad de buscar cierta libertad con respecto a la monarquía española y portuguesa, a fin de consolidar sus propios proyectos económicos.
Otras propuestas consistieron en declarar la independencia total de las coronas europeas y así iniciar su inserción en el mundo capitalista con el propósito de desarrollar su propia economía y dar impulso a un precario proceso de industrialización. Estas últimas ideas se verán poco a poco consolidadas a lo largo del siglo XIX. En lo político, la Independencia de las trece colonias de América, y puntualmente la Declaración de Independencia de este pueblo, inspiró a los criollos ilustrados. Además de esta gran influencia, no hay que olvidar el importante papel que tuvieron las ideas de libertad emanadas de la Revolución Francesa, principalmente aquellas que se refieren a los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
Pero sin duda, la coyuntura histórica que permitió en muchas de las provincias iniciar el movimiento de independencia fue la invasión napoleónica a la península Ibérica en 1808, ya que el hecho de que la familia real -con Fernando VII a la cabeza- estuviera sometida a las decisiones de Napoleón, quien tenía la clara intención de apoderarse del vasto imperio americano, hizo que empezaran las reacciones de los americanos en contra del invasor francés.
La ausencia del rey español dejó al descubierto las rivalidades y resentimientos entre los peninsulares y los criollos americanos por el control del poder político. De ahí la conformación de dos instituciones políticas y jurídicas: las Juntas Provinciales bajo el dominio peninsular y los Cabildos en manos de los criollos. Las primeras pretendían conservar el reino para Fernando VII y oponerse a los invasores franceses a fin de mantener la monarquía, los privilegios y la jerarquización de la sociedad. Mientras que los Cabildos querían aprovechar la coyuntura política y separarse del dominio español, optar por un gobierno republicano o centralista y convocar a los Congresos para elaborar nuevas leyes para cada una de las provincias. Dichos grupos se manifestaron y condujeron el movimiento de acuerdo con cierta conciliación u oposición de las fuerzas internas que estaban emancipándose.
Un último factor fue la necesidad de estos grupos criollos y peninsulares por obtener una mayor apertura que favoreciera el intercambio comercial con el exterior americano y el europeo y así insertarse en el proceso capitalista en expansión que caracterizó al siglo XIX.