El proceso de expansión europea hacia otras partes del mundo y la apropiación de extensos territorios para la explotación de los recursos naturales y de la mano de obra nativa y esclava en beneficio de las metrópolis europeas, iniciada desde el siglo XVI, adquirió características diferentes en el transcurso del siglo XIX, que fueron conformando al imperialismo colonialista de los últimos años de esta centuria. La revolución industrial en la producción, en especial la textil, y el desarrollo de nuevos medios de transporte y de comunicación, fueron factores determinantes en la transformación de las políticas de dominación y control colonialista.
El territorio y los pueblos de los continentes asiático y africano fueron presa de las ambiciones de las potencias capitalistas, que explotaron de diversas maneras los recursos naturales y la mano de obra nativas, valiéndose de su superioridad tecnológica y bélica para someter a la población y apoderarse de extensas regiones del planeta.