Las potencias colonizadoras
En el continente europeo, Inglaterra y Francia encabezaban a las economías capitalistas en expansión. La primera, convertida en “taller del mundo” y en la principal potencia marítima, comercial y militar, pregonaba el libre cambio y la eliminación de todas los obstáculos al intercambio comercial, puesto que su crecimiento económico se sustentaba en el desarrollo industrial y el comercio sin barreras. Era, en esencia, una economía compradora de materias primas y alimentos y vendedora de artículos industriales.
La segunda, la más poblada de Europa, había iniciado tardíamente su proceso de industrialización, primero en lo textil y, en los años cuarenta del siglo XIX, en las industrias extractiva y metalúrgica; por lo que en los años sesenta ya era la segunda potencia mundial, sólo atrás de la Gran Bretaña. Como expresión de este desarrollo económico, las dos naciones tenían la mayor cantidad de vías férreas en este periodo, como lo puedes obvervar en el mapa La expansión ferroviaria en Europa.
El pujante desarrollo capitalista y la hegemonía industrial y comercial alcanzada por estas dos potencias europeas, les permitió extender su control y dominio sobre amplios territorios del planeta para ir configurando imperios, sobre todo a partir del último cuarto del siglo XIX, cuando conformaron conjuntos políticos que integraron territorios de distintos continentes y una diversidad de naciones, razas y culturas. Este proceso de apropiación territorial se vio acelerado por el surgimiento de Alemania como nación, y por su deseo de igualar el poderío económico de las otras dos naciones. Desde principios del siglo XIX hasta esta etapa, las características del proceso colonizador en el continente asiático y en el africano, fueron en términos generales las siguientes.
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Observa detenidamente el mapa para comparar el crecimiento de las redes ferroviarias en la Gran Bretaña y Francia con respecto a Europa.
Sustentada en la superioridad militar, así como en el desarrollo tecnológico en medios de transporte que facilitaban la ocupación; por ejemplo, el barco de vapor para el transporte de tropas.
En algunas regiones se recurrió al sistema mercantilista de compañías privilegiadas, como el caso de la Compañía de las Indias Orientales en la India, que se ocupó de organizar la colonia y explotar sus recursos hasta la primera mitad del siglo XIX. En otras se implantaron administraciones estatales con diversas modalidades; una de ellas, la Asociación, mantenía a los cuadros administrativos nativos; en tanto que otra, el Protectorado, dejaba a las autoridades nativas los asuntos internos, mientras que las autoridades coloniales se hacían cargo de la política exterior y el ejército.
La colonia se convirtió en proveedora de materias primas y en compradora de productos industriales. Todo el comercio era con la metrópoli, por lo que no pudo desarrollar una industria propia y se vio obligada a comprar los productos industrializados que había vendido en bruto a precios bajos; por ejemplo, la India vendía algodón y compraba los tejidos de algodón ingleses (Fernández, 1994).
Te invitamos a practicar lo aprendido realizando el ejercicio 1.