Introducción
En el transcurso de los siglos XVI al XVIII se dan cambios coyunturales para la historia de occidente que se pueden identificar desde el Renacimiento y se manifiestan en el ámbito económico y político con la Revolución agrícola y la industrial, así como con la Revolución Inglesa y Francesa; ello prefigura y confirma la caída del Antiguo Régimen, pero su profundidad será de tal magnitud que la mentalidad europea se vio trastocada con el surgimiento de la Ilustración y el liberalismo.
Uno de los pilares que definirá la era moderna está en la revolución científica y tecnológica que termina por cuestionar las bases religiosas sobre las cuales se cimentaba el orden social precedente. La mentalidad y las creencias medievales se verían transtocadas por un conjunto de descubrimientos geográficos y astronómicos. Otro de los ámbitos de esa transformación estuvo en la cultura, particularmente el arte, que no estuvo ajeno a los cambios e inercias en la mentalidad y los conflictos políticos e ideológicos de este periodo.
Buena parte de esta transformación cultural, política y económica se desarrolla en las ciudades, las cuales, tras un largo periodo, irán modificando la vida cotidiana de quienes las habitan. La mayoría de sus habitantes son avenidos por las exclusiones, despojos y miseria del campo, y atraídos por las expectativas de una mejor forma de vida. Sin embargo, las ciudades europeas fueron creando sus propias contradicciones y flagelos, en ellas coexiste la “alta cultura”, por un lado, y por otro, la miseria de gran parte de la población.