México a pesar de haber sido durante la época colonial una región que producía mucha riqueza para España, al nacer como país independiente enfrentó muchas dificultades para prosperar. Por ejemplo el único sector que implementó los avances técnicos de la época fue la minería centrada en la extracción de oro y plata principalmente. Y aunque este sector había sido explotado al máximo por los españoles durante la colonia, todavía significó la principal fuente de riqueza. Uno de los motivos que no ayudó mucho a que el beneficio del oro y la plata se invirtiera en el desarrollo económico del país se debió principalmente a que las minas quedaron en manos de inversionistas ingleses. En lo que respecta al comercio, el intento de proteger con aranceles los productos producidos en el país para no quedar en desventaja con los extranjeros, no resultó ser el mejor camino a mediano plazo. La economía mundial impulsaba el comercio libre y México no pudo sostener por tantos años una política comercial proteccionista en contracorriente con el mundo.

Finalmente, los intentos de financiar el erario del país por parte de los primeros gobiernos pos independentistas fue principalmente por dos vías: obtener recursos por concepto de impuestos al comercio y obtener dinero por medio de la deuda con Gran Bretaña. La aspiración de fomentar la industria con los recursos del comercio quedó truncada por diferentes factores. Entre los más destacados podemos mencionar el fundamental: la inestabilidad política generaba desconfianza a los inversionistas extranjeros para instalar sus fábricas en México. Por lo menos en las primeras décadas del siglo XIX no tenemos el impulso de ninguna fábrica de importancia a nivel nacional.