Agricultura y ganadería

Agricultura y ganadería en el México Independiente 1821-1854
Rancheros

La agricultura y la ganadería continuaron siendo las actividades económicas más importantes por ser el sustento alimenticio de toda la población mexicana. Sin embargo, la situación de la agricultura fue precaria y difícil. Prácticamente toda la agricultura y la ganadería de esos años se realizaba en las haciendas casi igual que en la época colonial. Factor que determinaba la concentración de la tierra en pocas manos y la escasa innovación tecnológica en el campo.

Las regiones agrícolas más importantes, donde se cultivaban maíz y trigo, se localizaban en el Bajío, Guadalajara, Michoacán y Puebla; el azúcar se producía principalmente en Morelos; el pulque en los valles de Toluca y Chalco; el tabaco, algodón y café en la región de Veracruz. En el sureste se cultivaban los colorantes como el palo de tinte, añil y grana cochinilla, mientras que en los estados norteños, por su vegetación y clima, se criaban ganados.

El predominio de una economía agrícola durante los primeros años del México independiente implicaba que más del 50% de la fuerza de trabajo se refugiara en este sector. Se pensó que si se impulsaba este sector se llegaría a producir de tal manera que se obtendrían los recursos necesarios para pagar los efectos procedentes del exterior. Sin embargo, había otros obstáculos al desarrollo agrícola; por una parte estaban las condiciones del país y por otra, la carencia de medios para el transporte de los frutos de la tierra. A lo anterior, se sumaba el atraso de las técnicas agrícolas. Que continuaban siendo los mismos que se implementaron desde el régimen colonial. La cría de animales y el aprovechamiento de sus productos eran prácticamente nulos.

Aunque se dictaron leyes para fomentar el desarrollo agrícola del país, no fue suficiente. En 1823 se concedió exención de alcabala, diezmos, primicias y cualquier otro derecho a los nuevos plantíos de café, cacao, viñas, olivos y a la seda. Algunos otros productos como el algodón y la lana no quedaban del todo libres de impuestos. Sin embargo, la semilla extranjera que mejorara la calidad del algodón que aquí se cultivara sí quedaba libre de alcabala, diezmo y todos los derechos; al igual que el ganado que mejorara las especies que se criaban en México y éste produjera lana de más calidad.

Sólo hasta que se establecieron las nuevas fábricas de hilados y tejidos, como la fábrica de Cocolapan en Orizaba Estado de Veracruz y la fábrica de paños de Celaya Estado de Guanajuato, la producción de algodón se elevó.

En el mismo año de 1823 se expidió un decreto creando la provincia del Istmo (de Tehuantepec) con el objetivo de fomentar el desarrollo agrícola de sus terrenos baldíos a favor de militares en premio de servicios y se dieron concesiones a colonos extranjeros y adjudicaciones a favor de los pueblos indios. En 1822 Esteban Austin, recibió la autorización de introducir 300 familias en el territorio de Texas y en 1828 se dictó una ley para naturalización de extranjeros; dos años más tarde se “expidió otra ley sobre colonización en la que se ordenaba el reparto de tierras baldías entre familias extranjeras y mexicanas dispuestas a colonizar los lugares despoblados del territorio, proporcionándose a las familias fondos para el viaje, manutención por un año y útiles de labranza. Esta disposición significó una pesada carga económica para el erario, pues aunque la ley señaló para este objeto la cantidad de 50.000 pesos, para el año económico 1833-1834 tuvo que calcularse la cantidad de 200.000 pesos en un presupuesto total de egresos de un poco más de nueve millones de pesos” (Cue Cánovas. 197).