Mentalidad burguesa

La mentalidad burguesa

El desarrollo industrial y el ascenso de la burguesía como clase dominante provocaron transformaciones en el espacio urbano con el incremento poblacional y el consecuente crecimiento de las urbes (capitales como Londres o París, o centros fabriles como Manchester y Lyon), resultado de la emigración campesina en busca de trabajo.

Afinales del siglo XIX, la ciudad se había convertido en eje de la vida económica, política, social y cultural en todas las naciones desarrolladas, en el centro de la civilización: fuente del progreso, espacio de los adelantos y comodidades, cuna de la mentalidad moderna y lugar de vida del ciudadano.

Por otro lado, la sociedad rural permaneció aferrada a sus costumbres y tradiciones, como una forma de defenderse de los avances del mundo industrializado, de sus múltiples innovaciones tecnológicas y de sus novedosas ideas y formas de vida.

Estas son algunas de las características de la consolidada clase social que configura, hasta la actualidad, el modus vivendi en la ciudad: la burguesía. Haz clic en cada una de las pestañas del acordeón.

 

El desordenado crecimiento de las ciudades en la primera mitad del siglo XIX obligó a sus autoridades a promover un desarrollo urbanístico planeado que las modernizara, que mejorase la traza urbana (avenidas, calles y banquetas), introdujera medios de comunicación ágiles y prácticos (carruajes, tranvías de mulas y eléctricos), organizara el aprovisionamiento y comercialización de productos agrícolas e industriales (mercados, tiendas), creara servicios de saneamiento e iluminación (agua entubada, alcantarillas, alumbrado público), diseñara espacios verdes (parques y bulevares), y construyera edificios públicos para la administración y el esparcimiento cultural.

Reforma urbana de París, 1854-1870, Georges Eugéne Haussmann

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La ciudad se erigió como el espacio de concreción de la mentalidad y ostentación burguesas, expresada en los barrios residenciales, avenidas y paseos arbolados, escaparate para presumir un alto nivel de vida, refinamiento y comodidades; en contraste, en la periferia de la ciudad, los barrios obreros constituían la otra cara de la moneda, ahí terminaba el lujo y comenzaba la miseria.

 

La mentalidad y formas de vida burguesas conformadas en el ámbito urbano, se fueron imponiendo al resto de la sociedad y definieron el desarrollo del capitalismo en los años posteriores. Por ejemplo, ante las actividades de todo tipo que se realizaban en la ciudad, se hizo necesario coordinarlas de mejor manera por medio del reloj, lo que alteró de manera radical los ritmos de vida y de trabajo de toda la población.

Hotel St. Pancras y estación desde Pentonville road, John O´Connor, 1884

 

El desarrollo de una aspiración de consumo, como sinónimo de progreso y bienestar, también se originó en este periodo, a tal grado que proliferaron las grandes tiendas comerciales y la publicidad de todo tipo de productos en periódicos y revistas que, además de informar sobre los asuntos que interesaban a la población, buscaban estimular el apetito de compra entre el público, en especial de las mercancías que reflejaran status social y ofrecieran lujo y comodidad.

La moda de la elegancia parisiense, 1881

 

En la mentalidad burguesa predominó el individualismo y el utilitarismo, puesto que para esta clase social la propiedad privada era el fundamento de la sociedad, fuente de beneficios y de seguridad. Asimismo, la familia nuclear se convirtió en modelo de la familia burguesa y en su seno se gestaron los conceptos de niñez y juventud, etapas de la vida del individuo que antes no estaban diferenciadas. En el hogar burgués se crearon espacios privados con distintos propósitos, que sustituyeron a las habitaciones comunes que se usaban para todo; un ejemplo de esto fue el cuarto de baño, con lavabo y excusado, relacionado con la nueva virtud burguesa del cuidado del cuerpo y de la higiene personal.

Mujer en su baño, Gustave Caillebotte, 1873

 

En el espacio urbano se dio también la separación entre el lugar de trabajo y el hogar familiar, diferenciándose los papeles sexuales: el hombre se iba atrabajar y la mujer se  quedaba en el hogar; a la vez, se creó y difundió todo un discurso social acerca del “comportamiento y actividades propias de la esposa burguesa”. Este cambio de mentalidad se dio también en los ideales de belleza y en la vestimenta. En el primer caso se encumbró el ideal de un cuerpo esbelto y sentimental, para ambos sexos, en lugar del robusto y pesado; en el caso del ropaje, éste se volvió menos espectacular y más oscuro y práctico en el caso del hombre, con el objeto de mostrar la racionalidad varonil en el espacio público; mientras que la moda femenina creó vestidos escotados y decorativos, nada utilitarios, para resaltar la función de objeto de belleza de la mujer en el espacio privado.

Retratos en el campo, Gustave Caillebotte, 1876

Esto se sustenta en la idea, de boga en la época, de que la razón era masculina y la emoción femenina; de tal manera que mientras el hombre debía ser audaz, vigoroso, calculador y protector, la mujer tenía que ser delicada, tímida y necesitada de protección, lo que se traducía en una relación en la que el hombre mandaba y la mujer obedecía.

 

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Aspectos urbanos y arquitectónicos de los grandes almacenes de París


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En el s. XIX surgen los grandes almacenes, lugares monumentales que la burguesía frecuenta como medio de ostentación y socialización, el primero y más famoso de todos es el Au Bon Marché  que surge en París en 1852. Es ese el gran antecedente de los actuales centros comerciales. Enteráte leyendo el artículo “Aspectos urbanos y arquitectónicos de los grandes almacenes de París: Modernización del gran comercio urbano a partir de la primera mitad del siglo XIX”.

 

Reforma urbana de París, 1854-1870, Georges Eugéne Haussmann

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