Desde principios del siglo VIII, el reino visigodo en musulmanes que se encontraban en el norte de África, quienes invadieron la península en el año de 711, derrotando a Rodrigo. Destruido el reino visigodo, la Hispania católica se fragmentó en diversos principados: León, Asturias, Castilla, Aragón, Navarra, y Barcelona, políticamente independientes y unidos solo por la religión católica.

En muy pocos años los musulmanes conquistaron casi todo el territorio, menos las zonas montañosas del Cantábrico y el Pirineo. Sin embargo, gran parte de la población aceptó la religión musulmana, y los árabes establecieron el califato en Córdoba, que dependía del de Damasco. La conquista de Hispania por los musulmanes, trajo una profunda alteración a la estructura económica, política, social y cultural de la península y creó dos entidades diferentes definidas por la religión: los reinos cristianos del norte y el gran estado islámico de “Al-Andalus” nombre dado por los musulmanes al territorio conquistado de Hispania.

A partir del siglo X se inició una larga historia de fragmentaciones y uniones de los diversos poblados. Sin embargo, en la Península Ibérica hubo una larga tradición de convivencia pacífica entre los tres grupos religiosos (cristianos, musulmanes y judíos) que forjó una nación con características diferentes dentro del mundo europeo.

Durante la mayor parte de los siglos medievales, los pobladores de Hispania.

A la expansión territorial que llevaron a cabo los reinos cristianos del norte contra los musulmanes del sur se le llama “Reconquista”. Fue en las montañas del norte donde se formaron varios grupos de resistencia a los musulmanes. Desde esos lugares se inició, una rebelión contra el invasor que se mantuvo durante más de siete siglos. Al frente de la rebelión de los asturianos se puso Don Pelayo, noble godo y primer rey (718-737) de Asturias y León, que obtuvo su primera victoria sobre el Islam en Covadonga en 722. Años después, su sucesor, Alfonso I (739-757), recorrió el Valle del Duero y trasladó hasta Asturias, a los cristianos desperdigados, extendiendo su influencia. También influyó en la reconquista el descubrimiento de los supuestos restos del apóstol Santiago en tierras de Galicia, a principios del siglo IX, lo que animó a los cristianos a continuar su combate contra de los árabes, así la reconquista tomó un carácter de guerra santa, con una idea guerrera, religiosa y mesiánica, pues consideraban que la reconquista era una misión encomendada por Dios.

Para mediados del siglo XIII había en la España cristiana dos grandes núcleos políticos: la zona occidental con los reinos de Castilla y León unificados desde 1230 y en la parte oriental el bloque integrado por los reinos de Aragón y el Condado de Barcelona. Portugal se había convertido en reino independiente y Navarra sin participación en la reconquista se inclinaba hacia territorio francés. Para esta época, en Al-Andalus sólo quedaba el reino Nazarí de Granada, último reducto musulmán, reconquistado por los españoles en 1492.