Familia

La familia en la sociedad mexica

La familia mexica fue una de las principales bases en la organización de la sociedad. En ella, se reproducía y se daba continuidad a la estructura social, económica y política mediante la educación y la socialización de los niños. De acuerdo con las fuentes disponibles la familia era “patriarcal, clasista y autoritaria” porque el padre de familia era la autoridad indiscutible y la mujer le tenía que obedecer y la organización familiar dependía de la pertenencia a los pipiltin o macehuales.

Entre los pipiltin era costumbre establecer vínculos matrimoniales con gente de una misma clase y se acostumbraba que la mujer que contraía nupcias se integrara a la familia de su esposo. Y aunque solo se podía tener una esposa legítima o cihuantlantli, el hombre noble podía mantener la cantidad de concubinas de origen noble o campesina como pudiera sostener. La edad común para casarse era de 20 a 22 años y no era permitido el matrimonio entre padres e hijos o hermanos.

Rito matrimonial de los pipiltin. Codíce Mendoza.

La costumbre establecía que los padres del varón buscaban la elegida y mandaban a una anciana a pedir la mano. Después la chica era llevada a la casa de su futuro esposo y se anudaban las mantas cerca del fuego, se daban de comer entre sí durante el banquete. Los padres de la doncella le daban consejos para realizar bien las tareas domésticas y satisfacer al esposo y luego se retiraban del nuevo hogar.

Las cihuapipiltin o mujeres nobles tenían que dedicarse a tejer, hilar y bordar y a realizar pinturas en las telas. Se despreciaba a las mujeres nobles que realizaban tareas domésticas. Su tarea principal era procrear descendencia al linaje.

La práctica matrimonial de los nobles parece en primer lugar ser motivado por intereses políticos y económicos y no indica la idea del amor, así como igualmente ha sido tradición en muchas culturas universales. La mujer mexica tenía el deber de ser mansa, pacífica, casta, dulce, discreta, atenta y servicial.

El matrimonio entre macehuales se contraía dentro del calpulli, el barrio y no tenía una carga ritual tan fuerte como entre los pipiltin. Aunque era común la monogamia, muchos hombres, especialmente los guerreros tenían varias concubinas. Los jóvenes que se interesaban por una mujer pedían a los padres el permiso de tomarlas como “manceba” y si de esta unión se procreaban hijos se esperaba que se desposaran, aunque también era aceptada lo que hoy en día conocemos como “unión libre”.

Mexica soplando maíz.
Las mujeres macehuales criaban a los hijos, realizaban tareas domésticas (generalmente se la pasaba horas y horas en el metate), tejían la ropa para la propia familia, pero también laboraban en los campos y participaban en los trabajos públicos para el tributo. A pesar de que realizaban muchas tareas se les prohibía a las mujeres participar en los oficios de mayor prestigio relacionados con el comercio, la guerra y el sacerdocio. Fray Bernardino de Sahagún menciona los siguientes oficios: guisandera, pintora, tamalea, curandera, sopladora, hechicera, partera, tejedora, hilandera, costurera, verdulera, casamentera, dibujante y auxiliar de artesano.

El Estado y la sociedad mexica impulsaban la procreación de hijos porque esto traía beneficios y excedentes económicos en cuanto a la explotación de una numerosa fuerza de trabajo. Alfredo López Austin (citado en Mujer y familia en la sociedad mexica, 36.) dice que “el aborto se empleaba cuando se consideraba necesario la cantidad de hijos por conveniencias económicas o políticas.”

El nacimiento de un hijo iba acompañado por un ritual de limpieza y de discursos de la partera. A los niños se les ponía en las manos una flecha y a las niñas un huso para fueran buenos futuros guerreros o tejedoras. Al séptimo día se les ponía el nombre de acuerdo con el día que habían nacido. En el templo se les asignaba a los varones un segundo nombre y en caso de los pipiltin un tercer nombre durante su adolescencia, de acuerdo con su dignidad y ocupación. El periodo de lactancia era de 4 años y luego el padre se encargaba de la educación de sus hijos, mientras que las madres de sus hijas, dejando claro que en el seno de la familia se reproducían las diferencias de género y de clase: los hombres cargaban, cazaban, cultivaban, recolectaban, entre otros, mientras que las mujeres aprendían a moler el maíz, barrer la casa y elaborar la ropa.