Educación

La educación mexica

Todos los mexicas recibían instrucción, que sin embargo dependía de su origen social y género. La mayoría de los mexicas varones ingresaban entre los 5 y 15 años a las escuelas y egresaban cuando estaban listos para casarse.

Castigo corporal mexica.
Los jóvenes nobles o pipiltin acudían a la escuela llamada – calmécac (casa en náhuatl); – allí recibían una educación muy estricta y claramente orientada a las tareas de dirigencia: la guerra, el sacerdocio y el gobierno. Algunos de estos jóvenes permanecerían en los templos como sacerdotes del reino y otros se incorporarían a las tareas de administración y gobierno. En el calmécac se vigilaba con esmero la conducta de los jóvenes y se buscaba evitar que entablaran relaciones con mujeres. A los niños que transgresaban las reglas estrictas se les sancionaba con diferentes castigos corporales como punzarse el cuerpo con espinas de maguey.

El calmécac dependía directamente de los templos sagrados y sus integrantes estaban consagrados a Quetzalcóatl. En él los tlamatinime o sabios de la sociedad se dedicaban a enseñar la escritura, la ciencia, el arte y las estrategias de guerra. Estos maestros eran los que dominaban “la tinta negra y roja”. En un Huehuetlahtolli (libro de los consejos de padres a hijos) que se guarda en la biblioteca Bancroft de los Estados Unidos narra que “Se enseñaba también el arte plumario, el trabajo de los metales, la pintura de los códices, el pulido de las piedras preciosas, la composición de cantos, la oratoria, la música, el conocimiento de los cielos, la jardinería” (León-Portilla, M. Niñez y juventud entre los nahuas. En Arqueología Mexicana. México: Editorial Raíces. 22-29.)

En el Telpochcalli (casa de los mancebos), que se encontraba en los calpulli o barrios, la disciplina era más relajada y la instrucción menos académica. De sus egresados se esperaba que los jóvenes adquirieran los valores mexicas y los conocimientos necesarios para desempeñar los mismos oficios que sus padres. Aquí los macehuales recibían instrucción de los guerreros experimentados, y quienes se distinguían por su valentía podían ascender hasta convertirse en capitanes o guerreros de élite, auténticos héroes a los ojos de aquella sociedad militarizada. También se introducía a los jóvenes en el trabajo comunal en beneficio del Estado: la siembre de los campos de cultivo, la elaboración de adobe, el cuidado de los templos y la construcción de obras públicas.

Tareas que aprendían los jóvenes en la escuela
Mujer tejiendo. Códice Mendocino.

Las niñas recibían generalmente instrucción directa de su madre y algunas jóvenes nobles acudían a los ichpochcalli donde recibían instrucción sobre las tareas domésticas, las relaciones sexuales y sobre todo a tejer, hilar y bordar. Recibían una instrucción muy rígida y se hacía mucha énfasis en mantenerlas castas y apartadas de los vicios sexuales.

En los Cuicacalco (casa de canto), escuelas vespertinas, se daba una enseñanza artística con música y danza. A él acudían tanto los niños y las niñas a partir de los 12 años. Al igual que en el Calmécac la función básica del Cuicacalco era elaborar y transmitir la lengua culta, el “flor y canto”.

Músicos mexicas

Se tocaba el huéhuetl o tambor que era un cilindro de madera cubierta con piel de venado, el topanaztli, un tambor más pequeño con una hendidura en forma de H el ayacacaxtli o calabaza con agujeros y piedrecitas adentro, los caracoles marinos, los huesos agujereados, las flautas y silbatos.

Realiza ahora el ejercicio 8.

El Tlamatinime

El sabio: una luz, una tea, una gruesa tea que no ahuma.
Un espejeo horadado, un espejo agujereado por ambos lados.
Suya es la tinta negra y la roja, de él son los códices, de él son los códices.
El mismo es escritura y sabiduría.

Es camino, guía veraz para otros.
Conduce a las personas y a las cosas, es guía de los negocios humanos.
El sabio verdadero es cuidadoso, como un médico, y guarda la tradición.
Suya es la sabiduría transmitida, él es quien la enseña, sigue la verdad.

Maestro de la verdad, no deja de amonestar.
Hace sabios los rostros ajenos, hace a los otros tomar una cara, los hace desarrollarla.
Les abre los oídos, los ilumina.
Es maestro de guías, les da su camino,
de él uno depende.

Pone un espejo delante de los otros, los hace cuerdos, cuidadosos; hace que en ellos aparezca una cara.
Se fija en las cosas, regula su camino, dispone y ordena.
Aplica su luz sobre el mundo.
Conoce lo que está sobre nosotros y la región de los muertos.

Es hombre serio.
Cualquiera es confortado por él, es corregido, es enseñado.
Gracias a él la gente humaniza su querer y recibe una estricta enseñanza.
Conforta el corazón, conforta a la gente, ayuda, remedia a todos, cura.


Miguel León-Portilla, M. (1974). Filosofía náhuatl.
México: UNAM- Instituto de Investigaciones Históricas. 65.