Como ejemplo de los ciclos gaseosos tenemos al del carbono, que es un elemento imprescindible para los seres vivos, ya que está presente en la estructura de todas las moléculas orgánicas, como proteínas, carbohidratos, ácidos nucleicos, etc. La principal fuente de carbono es el bióxido de carbono (CO2) que se encuentra en la atmósfera en un 0.03 %, o disuelto en los océanos y en los cuerpos de agua dulce como carbonatos (CO32-) o como bicarbonatos (HCO3¯); también se encuentra almacenado en los combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas natural), asimismo en los sedimentos y rocas carbonatadas como las calizas (CaCO3).
Las plantas toman de la atmósfera el dióxido de carbono (CO2) y realizan la fotosíntesis mediante la cual incorporan el carbono en compuestos orgánicos como la glucosa, para posteriormente elaborar almidón, celulosa, etc. Los herbívoros, al alimentarse de los productores, están adquiriendo el carbono de las plantas y lo integran a sus tejidos y éstos a su vez son comidos por los carnívoros, incorporando sus moléculas y así sucesivamente circula el carbono por los diferentes niveles tróficos. Una forma en la que se reintegra a la atmósfera parte del carbono es durante la respiración de los organismos, debido a que al oxidar los alimentos producen CO2; y otra, cuando mueren los seres vivos los descomponedores (bacterias y hongos) degradan sus cuerpos y liberan dióxido de carbono a la atmósfera.
Las diferencias del ciclo del carbono entre los ecosistemas acuáticos y terrestres son muy pequeñas, como el hecho de que los productores captan el dióxido de carbono disuelto en el agua, o bien, que cuando los organismos mueren sus esqueletos se depositan en el lecho marino, los cuales son cubiertos por sedimentos y en el transcurso de muchos años se convierten en rocas sedimentarias llamadas calizas que forman el reservorio más grande de carbono. Las calizas permanecerán sepultadas hasta que procesos geológicos las expongan y sea disuelto el carbono por las corrientes y pueda ser captado por los organismos; además el carbono se intercambia fácilmente entre la atmósfera y el océano.
Los restos de organismos que no se descompusieron completamente y estuvieron sometidos a presiones y temperaturas elevadas por millones de años en ausencia de oxígeno, favorecieron que el carbono de los compuestos orgánicos se transformara en combustibles fósiles como carbón, gas y petróleo, por lo que la quema de ellos libera CO2 a la atmósfera.