En 1935 el ecólogo inglés Arthur George Tansley (1871-1955) propone el uso del término ecosistema para designar a la unidad de estudio de la ecología, que se define como la unidad natural formada por los factores bióticos (seres vivos) y abióticos (ambiente no vivo), con interacciones mutuas para producir un sistema estable, en el cual, la energía que llega se mueve en forma de una corriente unidireccional continua y los nutrimentos tienen un flujo circular dentro del ecosistema.
Los ecosistemas son unidades naturales estables, pero al mismo tiempo dinámicas, ya que pueden sufrir cambios causados por: factores físicos (incendios, inundaciones, etc.), la acción del hombre (destrucción del hábitat, introducción de especies exóticas, etc.), o la sucesión natural de las especies, lo cual tendrá consecuencias directas sobre los organismos que viven en el lugar, afectando los sitios de refugio o anidación y sobre todo rompiendo sus cadenas alimentarias.
Arthur George Tansley (1871-1955)
Como ejemplos de ecosistemas están la selva, el bosque, un lago, etc. La abundancia y diversidad que se pueden encontrar en ellos se debe principalmente a factores tales como: los nutrimentos, la energía, el agua y la temperatura.
Factores abióticos
Para que los ecosistemas puedan existir, se requiere de la acción conjunta de los factores abióticos, los cuales determinan las condiciones ambientales de cada región, lo que origina la distribución y abundancia de los organismos, ya que éstos dependen del ambiente abiótico para obtener energía y sustancias esenciales. Entre más inhóspito es el entorno, menos especies formará la comunidad, esto se puede ver al comparar el número de especies que existen en una selva húmeda con las que hay en la tundra ártica en donde las condiciones ambientales son extremas.
Los factores abióticos son los siguientes: