La Paz Armada

El período de 1871 a 1914 ha sido considerado como una época de paz en Europa. No porque no hubiese habido guerra, sino porque ésta no involucró a todas las potencias. Con frecuencia se usó la guerra para doblegar a los pobladores nativos en el proceso de la colonización de Asia, África y Oceanía, y también hubo enfrentamientos importantes entre los países conquistadores que se disputaban los espacios, como sucedió entre Francia e Inglaterra.

La idea de una posible guerra de grandes magnitudes flotaba en el ambiente. Quizá no se deseara pero se vislumbraba. Los enfrentamientos por el reparto del mundo y la inminencia de las ambiciones expansionistas atizadas por los sentimientos nacionalistas de los que no obtuvieron lo que creían merecer, como Alemania, hacía pensar a muchos en la posibilidad real de una conflagración.

La creciente producción de armas era una constatación más de la volátil situación, a ello se debe justamente el nombre con el que se conoce a este momento de la historia: “la Paz Armada”, sin guerra pero preparándose para ella. El desarrollo de la industria de armas había comenzado desde mediados de la década del ochenta con la invención del acorazado equipado con artillería pesada, también se disponía de la ametralladora y de la dinamita. La segunda revolución industrial se aplicó con éxito al armamento desatándose una competencia feroz entre las naciones, porque ya habían asumido como asunto de Estado la defensa de su imperio. El acero, los motores mejorados, los nuevos explosivos: nitroglicerina y dinamita, el fusil de retrocarga, las planchas para blindaje, las torrecillas de acero, los submarinos, entre otras. Las empresas productoras se convirtieron en gigantes de la industria, como la Krupp que producía cañones, la del acero de Carnegie y la de explosivos de Nobel.

Alrededor de 1884, la fabricación de armas sufrió una transformación importante, la cual había comenzado con la industrialización de la guerra en 1840, y mejorar la producción al vincularse la parte industrial con las necesidades militares. Lo interesante de este periodo no era sólo que se produjeran más y mejores armas, sino que estos avances permitieron que otros países superaran a Inglaterra.

La producción bélica podía realizarla un industrial privado o estar en manos del gobierno, quien disponía para ello de una infraestructura que con frecuencia podía quedar obsoleta. Líneas arriba hemos dicho que la producción de armas aumentó en este periodo, pero también hay que señalar que su crecimiento se vio entorpecido en distintas ocasiones por la situación interna de los países. No todos los personajes de la política estaban de acuerdo en aumentar el gasto de guerra gubernamental y tampoco con que se incrementaran los impuestos con ese fin. Así, los partidarios de mejorar el ejército, se toparon con múltiples limitaciones; Inglaterra y Francia son ejemplo de esto, tal como se muestra en el siguiente fichero:

El caso de Inglaterra ilustra muy bien la manera en que los aspectos políticos se mezclan con los técnicos. Hasta mediados de los años ochenta la flota inglesa era la más poderosa del mundo pero comenzó a declinar a partir de 1870 porque Estados Unidos y Alemania empezaron a usar alta tecnología en la construcción naval para poder competir con la flota británica.

Armstrong, un industrial privado, ofreció sus productos a la armada británica pero ésta lo rechazó y decidió seguir usando su propia empresa. Cuando en 1882 Armstrong construyó un crucero más veloz que los acorazados existentes, los ingleses cayeron en la cuenta de que otras naciones podían estar mejor equipadas, poniendo en riesgo la seguridad naval británica.

Si bien el gasto en la preparación de la guerra se enfrentó a obstáculos, el desarrollo técnico fue imparable, a un invento seguía otro y todos ellos estaban hechos a pedido de las distintas armadas. En 1886 se inventaron los cañones de gran calibre de tiro rápido, se incrementó la velocidad de los barcos con el diseño de nuevas calderas y luego, con el uso de la turbina de vapor, se construyó el destructor de torpederos, se perfeccionó el submarino, se inventó el periscopio y cuando parecía que ya no podían ser mejores los barcos acorazados, aparecieron los aviones lanzatorpedos. El ejército también se modernizó aunque no lo hizo tan espectacularmente como la armada. Algunas de las mejoras fueron el uso de cartuchos de latón, la artillería de acero, los fusiles de repetición, cambios técnicos para lograr mayor precisión en el tiro y, por supuesto, el uso de la ametralladora. Pero la producción frenética de armamento debía esperar unos años más, una vez que hubiese estallado la guerra, los órganos legislativos de las potencias nunca más pondrían límites a la producción de armas.

Por su parte, los franceses planearon modernizar su armada usando cañoneras especializadas, cruceros y torpederos más rápidos que resultaban más baratos que los buques acorazados. De esta manera Francia contaría con la posibilidad de enfrentarse con los ingleses.

Los buques de guerra ingleses se habían quedado tecnológicamente atrasados, llevaban enormes cañones de avancarga (se carga el proyectil por la boca del cañón) que servían bien para bombardear blancos fijos a corta distancia pero a distancias mayores les faltaba precisión. Estos barcos podían ser superados fácilmente por torpederos ligeros y veloces. En ese momento tuvo lugar un gran invento: la pólvora con huecos interiores y la nitrocelulosa; la primera lo hizo más explosivo y la segunda se usó para impulsarlo con gran fuerza y producía menos humo. Esta combinación hizo que el disparo fuera más poderoso, pero entonces se requería que el cañón fuera más largo y que no se cargara por la boca, sino por la parte trasera (cañones de retrocarga). Ante este panorama era evidente que la flota inglesa necesitaba urgentemente modernizarse, pero la tarea era bastante costosa y llevaría tiempo. Debía, por principio de cuentas, convertir sus cañones a la retrocarga, pero para ello debía cambiar el hierro forjado por el acero, es decir, las fábricas del Estado debían cambiar sus instalaciones para hacer estos cambios, sin embargo, la Junta de Armamentos no estaba dispuesta a hacer estos gastos.