Los daños materiales en Europa, África y Asia fueron inmensos: gran parte de las ciudades, de los puertos, de las plantas industriales y los campos de cultivo quedaron totalmente arruinados y/o paralizados. La guerra móvil y mecanizada, al igual que los bombardeos, provocaron la destrucción total de ciudades como Rotterdam, Dresde, Berlín, Hiroshima, Nagasaki. En muchas ciudades más del 50% de los edificios eran inhabitables y la falta de cobijo se agudizó en el invierno. En los años posteriores a 1945 esas infraestructuras tuvieron que reconstruirse al igual que la vida de los hombres. Se estima que veinte millones de toneladas de buques de acero tocaron el fondo del mar y 3 millones de edificios fueron destruidos.
Poblaciones desplazadas durante la Segunda Guerra Mundial
Las economías de los países involucrados estaban a borde de la bancarrota y enfrentaban problemas de abastecimiento de comida, de vivienda y de trabajo a sus ciudadanos. Los déficits presupuestarios, la devaluación de las monedas nacionales y la inflación eran el pan de cada día.
Al igual que en 1919, los Estados Unidos, salieron como la potencia más beneficiada de la guerra gracias a su infraestructura económica intacta, el declive de las potencias europeas y la creciente exportación de productos económicos y culturales hacia las zonas ocupadas de Europa y Japón. En 1945, los Estados Unidos producían más de la mitad de los bienes y servicios del mundo y desplazaban así las potencias europeas en el mercado mundial.
Para dar un soporte estructural a su dominio económico los E.U. diseñaron nuevas instituciones financieras y comerciales y trazaron las reglas de la economía internacional con la creación de organismos como el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) en Bretton Woods (1944). Para reconstruir a Europa y aumentar su influencia en el continente los E.U. idearon el Plan Marshall y en el caso de Japón se consideró que la ocupación directa fuera la mejor solución para asegurar sus intereses económicos.