“El fascismo y el nazismo son dos manifestaciones de las situaciones paralelas que unen la vida de nuestras naciones”.
Benito Mussolini, discurso en Berlín, septiembre de 1937
En la historiografía no existe un consenso acerca de los conceptos más adecuados para caracterizar bajo un denominador común los gobiernos fascista, nazi, falangista, franquista y japonés de la década de 1930; por ello se utilizan, a veces de manera intercambiable, los términos de fascismos, totalitarismos, dictaduras o autoritarismos para describirlos. Sin embargo, no son sinónimos y aquí partiremos del concepto de totalitarismo para definir la pretensión totalizadora de estas ideologías y movimientos políticos para dominar cada aspecto de la vida humana.
De acuerdo con Norberto Bobbio, el totalitarismo es más que un gobierno dictatorial o régimen autoritario porque a partir de una concepción de la vida y de la naturaleza específica tenía la pretensión de ser una propuesta de organización permanente para la sociedad y la civilización.
Características de un régimen totalitario
- Control total de la sociedad, la economía y la cultura por el Estado
- Eliminación de los enemigos políticos y la prevalencia de un partido único
- Líder carismático dictatorial (el führer en Alemania, el duce en Italia, el caudillo militar en España y Japón)
- Política de masas con movilizaciones, buscando la adhesión a valores como la patria, la raza y el jefe
- Violencia de Estado, censura, propaganda y política de represión
- Nacionalismo extremo
El programa totalitario se desarrolló en distintos grados y algunos historiadores consideran que solamente se cumplió en Alemania, mientras que en Italia, Japón y España se compartieron algunas de sus particularidades. En los programas totalitarios era fundamental el nacionalismo extremo y agresivo, tendiente a exaltar la superioridad de sus ideas o incluso de las cualidades biológicas consideradas "superiores".
Para lograr la aceptación del Estado y fortalecer el régimen se hace uso extensivo de la propaganda y se elimina la posibilidad de ideas contrarias mediante la censura, la represión policial y la eliminación de los opositores del régimen -especialmente los comunistas y sociales-.
Salvo España, la mayoría de los regímenes totalitarios emprendieron políticas agresivas de expansión territorial. Japón invadió en septiembre de 1931 a Manchuria, China y el hecho de que ni Estados Unidos, ni la Sociedad de Naciones estuvieron dispuestos a usar la fuerza para detener la expansión japonesa, asentó un precedente y abrió el camino para Italia y Alemania seguir el mismo camino en Europa. En 1933, Adolfo Hitler llegó al poder y siguió pronto el ejemplo japonés de abandonar la Sociedad de Naciones y anexar los territorios perdidos a consecuencia del Tratado de Versalles.
La conquista de nuevos territorios formaba parte del programa económico del totalitarismo que hizo énfasis en la obtención del desarrollo de una planta productiva nacional, autarquía en el campo y el proteccionismo a favor del mercado interno.